Los festejos son muchos y se mezclan los más modernos con los más tradicionales. Entre estos últimos hablamos antes sobre la tradición de Joya no kane, algo bien budista que marca el paso del año viejo al año nuevo. Joya no kane, el tañido de las campanas a la medianoche, es algo que escuchan todos los japoneses, en todos los rincones del país pues en todas partes hay algún templo budista que hace sonar su Tsuri-Gane, un instrumento con forma de campana que tiene en un costado un palo de madera bien largo que actúa como martillo y que está sostenido por sogas.Parecería un gong. Antes de medianoche, como dice la tradición, las familias se reúnen para comer toshi-koshi soba (fideos de alforfón que representan el deseo de una vida longeva). Posteriormente, es el momento de celebrar la llagada del nuevo año y escuchar las campanas del templo.
Los japoneses y japonesas suelen hacer una visita al templo mas cercano para contemplar la campana y escuchar su tañido simbólico. En Kioto está una de las campanas mas grandes del mundo y sin dudas de Japón (74 toneladas), en el templo Chion-in, algo que año tras año atrae a miles de visitantes. La tradición indica que la campana debe sonar 108 veces porque de acuerdo al budismo los hombres tienen 108 pecados entre los que se encuentran el deseo, la posesión, la ira y la envidia,etc. y ellos, al escuchar los sonidos, pueden ser descartados.
El Año Nuevo es realmente especial por estas tierras pues se aprovecha para pensar en las pautas que marcaran el accionar en el año que se inicia. Se acude a los templos o altares sintoístas y no en vano un proverbio japonés muy popular dice que el Año Nuevo es la llave para abrir el año.
Finalmente se intercambian regalos y los más pequeños reciben de sus padres los otoshi-dama, un regalo que suele ser dinero guardado en pequeños sobres. La suma es grande y los niños lo gastan en lo que quieren.