Memorias de aquellos días en el Ueshiba Dojo

Tomar Notas no está Permitido
Después practicábamos las técnicas que aprendíamos repetidamente. Cuándo tomábamos notas de nuestro entrenamiento,Ueshiba Sensei se ponía muy enojado con nosotros. El nos amonestaba diciendo que deberíamos aprender exclusivamente a través de nuestros cuerpos, no de nuestros cerebros y que deberíamos aprender exclusivamente a través de la práctica. El nunca nos permitía tomar notas. Después de que cenar, nuestro régimen diario finalizaba. No teníamos radio y solo leíamos libros. Ueshiba Sensei nos ordenó leer revistas tales como “Kodan Kurabu” y “Kingu” las cuales eran llenadas de historias de batallas y grandes espadachines. Uno de nosotros leía revistas mientras los otros de los dos masajeaban los hombros y espalda de Ueshiba Sensei. Nosotros podíamos, sin embargo, ser libres después de las nueve de la noche cuando nos retirábamos a la cama. Pero ya que estábamos en una montaña no podíamos visitar la zona roja del pueblo. Así que, nos íbamos a la cama como a las diez después de leer revistas. Sin embargo, cada tercer día, Ueshiba Sensei se levantaba alrededor de las dos o tres de la mañana en noches sin luna y decía, “¡Ahora vamos a practicar en la oscuridad!” Nos poníamos nuestros trajes de entrenamiento y nos dirigíamos a un lugar en el Monte Kurama en dónde Ushiwakamaru (nombre de la niñez de Yoshitsune Minamoto) solía entrenar. Estaba oscuro como el alquitrán. Ueshiba Sensei usaba una cinta
blanca en la cabeza y blandía una espada real. Mientras lo iba siguiendo, el me decía, “Shioda, ahí hay un hoyo, una piedra y un árbol”. El podía caminar muy rápido y podía ver como un gato en la oscuridad. Yo, sin embargo, no podía caminar rápido por que no podía ver nada. Cuando llegábamos a nuestro destino, después de encontrar muchas dificultades, nos armaba con un bokken y decía, “¡Golpeen en la cinta blanca que tengo en la cabeza con todo lo que tengan! ¡Golpeen fuerte!” Así que cada uno de nosotros golpeó con todo lo que tenía. eníamos mucho miedo por que Ueshiba Sensei estaba usando una espada real. Al omento que golpeaba a su banda de la cabeza, que brillaba en la oscuridad, el o esquivaba rápido y colocaba su espada sobre mi cabeza. El aire se cortaba por su espada ondeando sobre mi cabeza ligera pero amenazadoramente. Solo podría
llamarlo kenpu (viento de la espada). Era tan raro que desafía a la descripción. Cuándo terminábamos los veinte días de entrenamiento de esta manera, descendimos de la montaña. Teníamos esta sesión de entrenamiento especial una vez al año. ¿Qué obtuvimos de esta austera disciplina? Estoy seguro que pase cada uno de los veinte días muy seriamente y que estuve con la naturaleza. No podía pensar en nada más que estas dos cosas.
Ciertamente, fue una oportunidad que tal vez nunca regrese. Esta es una de mis memorias de aquellos días en el Ueshiba Dojo.

Shioda Sensei.